La fauna chilena da para encontrar todo tipo de especímenes que llamarían la atención de los científicos. Tenemos plagas declaradas, como los políticos, y seres en peligro de extinción, llámense ciudadanos honesto u otro nombre que mejor les designe. Sin embargo, dentro de la variedad, encontramos una especie derivada del Homo chilensis que en los albores de este milenio da esperanza a los antropólogos, sociólogos, opinólogos y otros estudiosos de encontrar, por fin, al eslabón perdido. Esta inicua muestra de la involución humana no está expuesta al público en los museos, no tiene álbumes de Salo o Artecrom, ni mucho menos un especial de Icarito. Pero está ahí, en más de un hogar, saciando sus primitivescos deseos de información, entretención y aojando en su mente todo lo que ofrece el que, para mucho, fue el gran invento del siglo pasado. Hablamos del Homo Zapping TV, que con su cerebro de ameba, nos recuerda la época en que los protozoos reinaban en la tierra.
Su comportamiento antisocial y esquizofrénico hace que sea una especie digna de estudio. Junto a su pequeña tribu, en un ritual casi religioso, se acomoda para ver y escuchar el sermón de comerciales, noticiarios, telenovelas, algunos programas faranduleros y salas de tribuna adaptadas a la pantalla chica. Entre la atención mística y reverencial otorgada a la grilla de canales, las familias han convertido en un hábito recrearse, informarse y dejarse influenciar por este medio de comunicación masivo. Sí, porque ésto de tener mentalidad televisiva, que nos ha puesto un videotape en la cabeza, nos ha ido quitando la capacidad de comunicarnos en una era donde, paradójicamente, las comunicaciones se han desarrollado y las redes de sociabilidad virtual han ido ganando terreno, pero que a la vez, nos van deshumanizando poco a poco.
Este postmodreno hombre de las cavernas - entiéndase por caverna, su casa - utiliza su control remoto, cual lanza que despierta su instinto cazador. Con una paciencia impresionante va recorriendo los distintos canales, convirtiendo la pantalla en su propio territorio de caza. Agazapado en el sofá o la cama, espera el momento preciso para saltar sobre su presa, que generalmente termina siendo su programa favorito, satisfaciendo su apetito mediático y cuando lo encuentra... ¡pobre del que le interrumpa!, porque con miradas del tipo "no me dejan ver nada tranquilo", alejará a los demás integrantes de su clan, dejando en claro que sobre el control remoto manda él. Aunque para evitarse problemas, nuestra familia Homo Zapping debe poseer más de un televisor, donde los hijos aprendan desde pequeños el arte de mover el dedo pulgar para atrofiarse el cerebro por estar tantas horas frente a la tele y la dueña de casa no tenga que ver las odiosidades que le gustan al cavernícola de su marido, buscando sus propias presas.
¿Cómo reconocer a un Homo Zapping? Según algunos estudios, es fácil de identificar, pues el patrón clásico de comportamiento lo hace un individuo único. La mutación que convierte a un ser humano normal en este engendro comunicacional masivo no es igual, siendo en algunos casos más acelerado el proceso. Bien, el primer síntma de cambio es la elección de su entorno favorito, que comúnmente termina siendo la sala de estar, marcando el sofá o al sillón mejor ubicado como su territorio exclusivo desde el cual admirar a su adorada pantalla. El segundo síntoma es la forma de sentarse frente al apaato: Prácticamente echado, con las piernas abiertas, los brazos extendidos sobre el sofá y los ojos en constante atención, aunque después de un rato comience a dormirse. El clímax de la transformación es la apropiación progresiva del control remoto, sosteniéndolo firmemente con su mano derecha y ejercitando el pulgar en los botoncitos mágicos que permiten pasar de canal en canal. Si usted observa que el cambio de canal, conocido como zapping es por un acto de inercia y su contacto social ha disminuído de manera ostensible, debe saber que está al frente de la maravilla de la involución, mientras Darwin se revuelca en su tumba y toda la pandilla evolucionista reacciona horrorizada.
En esta sociedad cada vez más teconologizada, la televisión satelital, digital y el popular cable han contribuído en la aparición de esta especie, encontrándose todo individuo integrante de la raza humana en peligro de ser susceptible a la telemutación, siendo la existencia del Homo Zapping el ejemplo más patente de la aldea global. Tan así es la situación, que los chilenos hemos pasado por la libreta a la TV, asignándole tareas como educar. Claro, porque cuando vemos el aumento de la violencia adolescente, el lenguaje soez en el trato cotidiano o el excesivo sedentarismo, no hay nada mejor que utilizar a la televisión como piedra de tope, culpándola de las transformaciones en los hábitos y costumbres, eludiendo nuestra responsabilidad. Pero el auge de Internet nos lleva a pensar en el fin del reindao del Homo Zapping, siendo reemplazado por el Homo computensis, siguiente paso en la cadena involutiva. Si usted aún no ha mutado, comparta y páselo bien. Por el contrario, si ya ha sufrido la transformación, acomódese frente a su receptor, tome el control remoto y si encuentra un programa que sea de su agrado, disfrútelo.