martes, 20 de octubre de 2009

Reality Show



La televisión, aquella caja idiota que nos cautiva hasta el grado de generar conductas antisociales, nos ha entregado programas para todos los gustos y fenómenos de audiencia que en muchos casos, siempre son de dudosa calidad. Otros, en cambio, se han convertido en verdaderos aportes a la diversidad pretendida por los canales, surgidos de las mentes de sus creativos en esos pocos minutos de lucidez que experimentan, enriqueiendo la parrilla programátia de cada estación televisiva, siguiendo, claro está, du línea ética y editorial. Pero, como buenas empresas, nuestros canales actúan en función del rating y los millones generados por los gentiles auspiciadores. Por tal motivo queridos tevitos, las líenas editoriales son dejadas de lado por esta competencia en pantalla y cada cierto tiempo, alguno que otro suceso mediático, con un contenido insignificante, se convierte en la estrella de la programación, remeciendo el ambiente farandulero, llegando para quedarse. Es lo que ocurre en estos días con los denominados Reality Show.
No es difícil comprender la temática de este bodrio televisivo, siendo tan simple que no existe riesgo de una trombosis, aneurisma o infarto cerebral al analizar su contenido, él cual no obedece sino a crear situaciones ficticias, haciéndolas pasar por realidad. Tampoco es complicado entender la necesidad de exponer pantalla la vida de un puñado de infelices desadaptados sociales, mas que nada, con el objetivo de ganar sintonía a través de mediciones tan clasistas como nuestra sociedad. Bueno, también encontramos otros objetivos por los cuales es importante que la moda de los Reality Show sea mantenida como parte de la entretención destinada a idiotizar a la masa: descubrir nuevas figuras que se transformen en rostros anclas para los canales, aunque depués queden a medio camino y nadie se acuerde de ellos. O también, reibir los buenos dividendos que otorgan las llamadas y mensajes de texto, convirtiendo el ciontacto con el público en un proceso gradual de estupidización mediática, recibiendo la desinteresada ayuda de espacios faranduleros que se convierten en programas satélites - o parásitos - y alguno que otro medio de prensa que profta de los escándalos ocurridos durante el encierro para lograr mayor circulación nacional, como Las Últimas Noticias o La Cuarta.
¿Y qué podemos decir de los concursantes? Muchas cosas que en todo caso, reflejan el espejismo creado para incentivar la búsqueda de fama fácil, por la cual bien vale un encierro por tres meses o más, sin contacto con el mundo exterior y haciendo de sus vidas un verdadero circo, sin saber si lo que muestran es una careta, un progresivo desequilibrio mental, traumas derivados de su resentimiento spcial o la verdad de su cruda existencia. Y aquellos que tengan o hayan tenido pitutos relacionados con el mundo televisivo, son potenciados en desmedro de quienes llegaron luego de sortear el casting masivo que dicho sea de paso, elige a los peores prospectos siguiendo pautas psicológicamente elaboradas, con tal de explotar al máximo el perfil de cada participante, fortaleciendo estereotipos tales como el muchacho tímido, la bonita sin cerebro, el imbécil arrogante, la chica no tan graciada pero inteligente, el payaso del grupo, el o la resentido/a social, los insatisfechos con su cuerpo, los crueles, astutos y promiscuos entre otros, que son tenidos por modelos, generando lealtad o rechazo por parte de los televidentes asiduos al morbo en pantalla. Y los canales, viendo en ellos una mina de oro, pasean sus rostros por todos los programas a través de maratónicos recuentos, entyrevistas a todo aquel que los conoce, exhibir sus grandiosas vidas y pontificar acerca de las tonteras que protagonizan mientras están encerrados. Si nos preguntáramos seriamente cuál es el aporte de este género televisivo, sólo una palabra se nos ocurre: ninguno. Entretención vacía y sin contenido, que lleva a quienes han participado al olvido y que deben recurrir a patéticas situaciones, excesos y escándalos para ganar pantalla y portadas al ser desechados por los canales.
Desde que en en 2003 llegó a Chile la moda de los Reality Show, hemos tenido aquellos que buscaron Protagonistas de la Fama que no aparecen, animadores que Tocando las Estrellas se perdieron en el espacio, príncipes y princesitas que se dieron cuenta del Amor Ciego, Protagonistas de la Música que desafinaron muy pronto, o lecciones de historia con 1810... Sean los que vengan, como 1910 y Pelotón, con versiones VIP y para el perraje, siempre será lo mismo, nada nuevo. Sólo servirán para subir los números del raiting, aunque han habido algunos que fracasaron en este intento de mostrar la ficción como algo real. Como si no tuviéramos suficiente con la vida diaria, que nos hace partícipes de su propia realidad.

sábado, 17 de octubre de 2009

¡Que Vienen los Rotos!


La Guerra del Pacífico terminó hace 125 años.
Sin embargo, los chilenos todos hemos presenciado en estos días, las exageradas manifestaciones de amor y hermandad latinoamericana de nuestros odiosos vecinos del norte, que, en una muestra de su patológica obsesión con nuestra larga y angosta faja de tierra, vuelven a desatar las tensiones diplomáticas y dejan a las claras, ver el delirante terror de los habitantes del país del Rímac: el roto. Sí, como ustedes leen, los odiados y despreciados rotos que les robaron territorio, que recibieron ayuda de los ingleses, que se complacían sádicamente con el repase a los indefensos civiles y soldados heridos y todas esas macanas dignas del revanchismo mezclado con victimismo tan propio de un país con historiadores tan serios como los políticos que lo gobiernan.
Es así como en este último tiempo, el antichilenismo que se mantiene encubierto alcanza hasta los sectores más altos de la sociedad peruana, con una ignorancia tan grande sobre nuestro país que ya se han creado ciertas verdades sobre cómo somos los chilenos: de ladrones, pasamos a ser asesinos, traidores, putas de los británicos, chilacras y otras lindezas por el estilo. Tanto en los medios de comunicación como la opinión del cholo común y silvestre, los chilenos tenemos espacio para ser el chivo expiatorio de todos los males de su sociedad (¿o suciedad?). Pero este sentimiento de rencor hacia el considerado enemigo no tiene límites, llegándonos a decir, en boca de un ex general borracho, que nos devolverían en sacos si entramos en su intento de país. Ahora, con la demanda en la Corte de La Haya, ha hecho que los funcionarios del Palacio Torre Tagle trabajen con más ahínco para desprestigiarnos internacionalmente, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Cuál es el origen de este odio que viene desde el período colonial? Pues bien, nada más ni nada menos que la amarga envidia, el odio vivo que impera contra Chile desde hace muchos años en Perú (cita de una carta del embajador alemán en Chile ,Von Gülich, a su Ministro de Relaciones Exteriores, del 23 de septiembre de 1879). Este odio vivo ha hecho que quemen nuestra bandera, que nos traten de país sin identidad, que digan que les robamos hasta el ceviche y la cueca, atribuyéndose la autoría de todas las tradiciones de este lado del mundo, peleando por cosas tan triviales como el origen de la papa o el pisco... En resumen, no es más que un sentimiento nacionalista nacido en la derrota.
Su miserable mentalidad es tal que se aprovechan de cualquier pretexto para alzarse como víctimas, haciéndose pasar por blancas palomas... Desde los comentarios estúpidos en sus noticiarios hasta su pseudoprensa: Esta semana, el periodicucho El Comercio mostraba un mapa francés que según ellos, acogía la tesis peruana frente a la demanda marítima, lo que el gobierno galo no tardó en desmentir, evidenciando el peso internacional de Cholitolandia. Lo último que podía suceder, es lo que muestra hoy el titular de ese pasquín de cuarta categoría llamado La Razón, faltando el respeto a Su Excelencia, Doña Michelle Bachelet. ¿Qué se han creído? Claro, somos tema para ellos, gastan energías en saber lo que hacemos, denunciando la supuesta carrera armamentista para aparentar su pacifismo, vocifernado contra la maldad mapochina, resisitiéndose a la invasión económica derivada de las inversiones de los rotos, con sus Ripley y Falabella que han motivado un nacionalismo infantil. Que nuestro Gobierno se ponga bien los pantalones en exigir disculpas ante esta afrenta, porque no sólo ofende a nuestra Mandataria, sino que al país entero. ¿Acaso nosotros nos preocupamos que ese aprista trasnochado que tienen por presidente sea un corrupto, inepto e imbécil? No, tenemos cosas más importantes de qué preocuparnos.
Lástima, queridos compatriotas, que tengamos unos vecinos tan malagradecidos que olvidan que fuimos nosotros y no San Martín quienes los liberamos. Se olvidan que gracias a nosotros existen como país libre, oponiéndonos a los planes del mariscal Santa Cruz y también tienen mala memoria de nuestro apoyo en la guerra contra España en 1866. Pero mientras no tomemos una acción decidida, estas lacras sudamericanas seguirán con sus odiosidades, llegando incluso a invadir todo video o página chilena en Internet... Insoportables, resentidos y cobardes, sólo habladores que quieren guerra amparados detrás de un PC. Mientras nosotros seguimos el camino que nos hemos propuesto para hacer de nuestro Chile un mejor país, habrán otros que vomitarán todo su odio hacia el aborrecido país de los rotos, aquellos rotos que les quitan el sueño, los que amenazan con una invasión militar inventada por su periodismo sensacionalista, los chilacras que aparecen en la psicología nacional cholita como los bárbaros del sur que no tienen cultura... En otras palabras, un país que vive en permanente estado de sitio mental, sin solucionar sus problemas y evitar quedar en vergüenza frente a la comunidad internacional. Pero es así y tendremos que seguir leyendo o escuchando en las noticias cada intento de descalificación, amenazas y otras cosas, que terminarán haciéndonos perder la paciencia y como resultado, ver flamear nuestra bandera en Lima otra vez.

lunes, 12 de octubre de 2009

La Fiesta de la Democracia


Cada vez que el deber cívico nos llama a las urnas y la dulce patria recibe los votos, se escuchan frases llenas de hipocresía demagógica para hacernos creer que con sólo marcar una raya en el nombre de un candidato, estamos realmente participando de un acto republicano que afianza nuestra institucionalidad política, pero, lo único que logramos es ser un peldaño más en esta lucha de élites por llegar al poder, que nosotros, ingenuamente, hemos dado en llamar democracia. Las caras sonrientes de los políticos y sus forzadas reflexiones en aras de una cultura democrática suelen ser muy risibles a la hora de ensalzar los magnos eventos eleccionarios, pues sus frases de lata para el bronce dan cuenta de su poca capacidad terminológica. Pues claro, porque eso de darle al proceso un carácter ejemplificador de la civilidad o consagrarlo como expresión de la ciudadanía, son formas de encubrir sus aspiraciones para ocupar un puesto en el Congreso o formar parte de un futuro gabinete ministerial, si es una elección presidencial. Sin embargo, lo que más llama la atención es de calificar a las jornadas plebiscitarias como la fiesta de la democracia.
A ver... aclaremos las cosas. Motivos que nos lleven a celebrar la elección de candidatos que en su campaña aparecían por las casas, se fotografiaban con la gente y regalaban calendarios con sus rostros adornados con una mueca en vez de sonrisa, sinceramente, no creo que existan, sobretodo si después de ser elegidos, brillan por su ausencia. Por tanto, el cotillón de urnas, sufragios, cédulas y locales de votación, hacen que terminemos bailando al ritmo del carrete electoral, donde por un breve momento, tenemos el poder en nuestras manos y que al salir de la cámara secreta, uno termina con la sensación de convertirse en el invitado de piedra del magno acontecimiento. Entonces, queridos contertulios, convengamos que la fiesta será para ellos, porque el jolgorio electoral es un banquete de grandes dividendos políticos. Frente a tanta ambición por ocupar un puesto queda la duda sobre si estos personajes tienen un verdadero compromiso de servicio público o sólo quieren asegurar su futuro a costa del esfuerzo diario de todos los chilenos. Da vergüenza ver como muchos de estos animales políticos (¿o políticos animales?), siguen celebrando, disfrutando de todos los beneficios que el Estado les otorga y para colmo, no cumplir con sus obligaciones para las cuales fueron elegidos, si no, vean el canal de la Cámara de Diputados y comprueben cuántos de nuestros fiesteros asisten a todas las reuniones legislativas...Como es un lugar lleno de alegría, nuestro Congreso Nacional es un templo del carrete representativo y quiérase o no, nosotros somos quienes les dejamos la mesa servida y ellos... ¡a festejar!.
Chilenas y chilenos, después de un bailongo que duró diescisiete años en donde otros estuvieron de alegre farra al son de melodías marciales, hemos visto cómo nuestras elecciones se han convertido en ocasiones para organizar malones donde cada partido quiere mostrarse como el invitado que ha traído más golosinas para picar, en este caso, parlamentarios, alcaldes y concejales. ¡La colectividad política que más tenga de éstos, será el alma de la celebración!. Es algo choriflái (como diría Papelucho) ver la deseperación de nuestras lumbreras de la democracia por entrar en la fiesta, donde los mejores trajes, sonrisas, caras felices y agradecimientos varios completan el cuadro de tan conmovedora intención de convertirse en parte de la élite gobernante. Los que no alcanzan a entrar, por supuesto, prepararán sus mejores galas, frases y ganas de ser los próximos. Como son muy golosos, amigos de los buenos manjares propagandísticos y gastando todo el dinero que la ley les permita, no se conformarán con las migajas, sino con la torta completa y no quedar bajo la mesa. Y nosotros, los electores, vemos desde fuera como nuestros parranderos la pasan muy bien y cuando queremos entrar, todo ya ha terminado y sólo queda una orquesta tocando, conformándonos con ser parte del baile de los que sobran.
Recuerden, queridos conciudadanos: cada vez que se acerque una eleccion, tendremos música alegre, globos, caravanas, serpentinas, afiches y demases, invitándonos a sumarnos a la parranda y trabajar por un aspirante a sinvergüenza... perdón... político. Veremos cómo nos ofrecen su mano para las fotos de campaña, rodeados de incondicionales y otros que sólo les acompañan para obtener algún beneficio personal, dejando tarjetitas de invitación que son la prueba de su intención, para votar por ellos en los puerta a puerta, colgando lienzos con sus nombres, afeando el entorno donde vivimos, debiendo soportar los minutos de propaganda en la televisión y en la radio... ¿Y eso es democracia? Lamentablemente, según la definicion moderna del término, el cual ha sido manoseado hasta la saciedad, sí, lo es, aunque sea injusto para nosotros, los gobernados, pues tenemos la desgracia de elegir entre lo peor, lo menos malo, ya sea por partidismo, en conciencia o simplemente, porque es lo que hay.
Siendo así, sólo nos queda por hacer una pregunta...
¿De qué fiesta nos están hablando?

domingo, 11 de octubre de 2009

¡Chile va al Mundial!


Sí, es verdad. No estamos locos ni mucho menos soñando. Porque en un histórico partidazo jugado en tierras cafeteras, la Locademia de Bielsa se impuso con autoridad, fuerza y magia para clavar cuatro certeras estocadas a los colombianos, desatando la euforia contenida de todo un pueblo. Así es, hinchas del deporte rey, porque después de once años de frustraciones, la Roja de Todos sacó pasajes en primera clase y sin depender de nadie, para estar presente en la cita mayor del balompié mundial.
Sí, fue sufrido. Nadie dijo que clasificar sería fácil. En un comienzo dubitativo, nervioso y cargado de responsabilidad, vino ese error de Bravo, Medel y Vidal, un autogol que podría haber derrumbado a nuestros muchachos. Pero tampoco nadie dijo que esta Selección dejaría no sólo en el partido, sino que también durante todo el proceso, enterrados en el pasado fracasos de otras épocas, alejando definitivamente los fantasmas de definiciones infartantes en la última fecha, siendo estas Clasificatorias la oportunidad de hacer historia... Y vaya que sí la hicieron, ganando en canchas donde en más de veinte años sólo sabíamos de empates o derrotas, derribando por primera vez a los argentinos, llamando la atención del planeta fútbol y acrecentando la ilusión en la Marea Roja, esa que nunca dejó de apoyar incluso en los momentos de incertidumbre. Los dirigidos de Don Marcelo tenían confianza, se creyeron el cuento e hicieron celebrar a todo un país. Así da gusto volver a la fiesta universal del deporte del balón, porque como consigna general, siempre nos tocó bailar con la fea. Además, ver por la TV un Mundial donde la Selección que nos representa participa tiene otro sabor y hace que sea más interesante y nos atrevamos a soñar en grande. Ahora, faltando una fecha, con la clasificación ya asegurada y la alegría de jugar en casa, el fútbol criollo se viste de etiqueta para celebrar lo que tanto nos cuesta: llegar a un Mundial, jugando como siempre quisiéramos ver a la Roja, con personalidad, con un esquema al cual los Bielsaboys fueron fieles a rajatabla, como lo dijo el propio DT en la conferencia después del partido y por sobretodo, la convicción de llegar al exclusivo club de 32 selecciones que también soñaron con alcanzar la más importante justa deportiva. Bueno, aún faltan representativos que clasifiquen, pero eso a nosotros no nos importa porque ya estamos allá, y dejaremos sentir nuestra presencia en las tierras de Cetawayo y Shaka Zulu.
Después de dos años en que cada partido fue parte de este sueño, la ilusión siempre estuvo intacta y esta vez, no caímos en la tortura de jugar con la calculadora en la mano ni la desesperación de las posibilidades matemáticas, esperando a que los resultados nos dieran la mano para poder subirnos al carro mundialista, viendo cómo otros iban a representar a Sudamérica y nosotros, en casa, mascullando el fracaso. Eso, señores, se acabó, tanto así que éstas no fueron ELIMINATORIAS, sino CLASIFICATORIAS llenas de optimismo y sobreponiéndose a los momentos difíciles y a las derrotas dolorosas. Y si parecíamos flaquear, tuvimos el aval de un trabajo serio, inteligente y planificado, todo por obra de un Loco que nos tiene al borde de la demencia, soñando con cosas mayores y la esperanza que todo lo hecho por la Selección se vea reflejado en nuestro campeonato criollo de play-offs y descenso acumulado incluídos, estadios renovados y el cambio de la mentalidad chata del futbolista y el director técnico chileno para convertirnos en potencia pelotera. Pero mientras ese momento llega, disfrutemos de este paso a la élite del fútbol mundial, agradeciendo a todos los que hicieron posible esto. A Don Marcelo Bielsa, y ese don con mayúscula: gracias por favor concedido y darle personalidad a este Chile con el cual usted también va Sudáfrica del 2010. A su cuerpo técnico que le dio profesionalismo a un país donde aún nos falta para hacer de nuestro deporte y nuestro fútbol en particular, una actividad profesional plena. Al Lord Harold Mayne Nicholls por apostar a un cambio en el peloteo criollo, dando el paso que necesitábamos de parte de la ANFP. A la Marea Roja, que con su apoyo nunca dejó de alentar a los jugadores. Al periodismo que fue siempre optimista con sus portadas y muy especialmente a ustedes. Sí, a ustedes muchachos que conformaron esta Selección que ayer nos dio una alegría tan grande. Gracias por llevarnos otra vez a lo alto, gracias por hacer que la gente saliera a las calles a celebrar en grande, gracias por llenarnos de orgullo al representar a Sudamérica y también gracias por darle una alegría a este pueblo chileno que lo necesitaba.
Por eso, la tarde de ayer sábado 10 de octubre ya se metió en la Historia y mientras los cánticos, gritos y bocinazos se perdían en la noche, Chile comienza a prepararse para el safari en tierras de los Bafana Bafana para ir en busca de la presa mayor: la Copa del Mundo.

¡Atención barra!
¡Ceacheí... CHI!
¡Ele E... LE!
!!Chi Chi Chi, le le le!!
¡¡¡¡Viva Chile!!!!

domingo, 4 de octubre de 2009

Los Días del Arcoiris


Nunca pensó Nicola di Bari que el título de una de sus canciones más recordadas, inspiraría estas líneas, con un contenido tan distinto a los románticos versos que hablaban de una chica que se daba una vida importante, porque a los quince años tuvo un amante. Coincidentemente, nuestro país está viviendo, precisamente, los días del arcoiris, de colores tan brillantes al principio, pero que lentamente parecen desteñirse en los vicios que ofrece el poder y el resentimiento propio de su andamiaje como coalición gobernante.

Después de ese largo invierno que resultó ser la dictadura militar, volvía el sereno más radiante que nunca, alegre y lleno de esperanzas para forjar el futuro, disipando los nubarrones que no dejaron alumbrar el sol de la democracia. Así, iniciamos la aventura de reinventarnos políticamente, en una mal llamada transición a la democracia, otro ejemplo de nuestra maldita costumbre de utilizar los típicos eufemismos para no decir las cosas por su nombre. Y le ha costado caro al arcoiris usar tal denominación, pues lo que hemos vivido es un proceso de redemocratización de las instituciones políticas. Eso de la transición, dejémoslo para países que nunca han tenido una tradición democrática interrumpida por un golpe de Estado, como ocurrió en nuestro país. Ese fue el primer destiñe, quizás no tan notorio. El segundo destiñe fue la desvirtuación del slogan que la entonces “Concertación por el No” ocupó para enfrentar el plebiscito de 1988. Claro, porque eso de “la alegría ya viene”, aparte de ser pegajoso, nunca quedó del todo bien comprendido. Nadie sabe con exactitud qué se quiso decir con tal slogan: si la alegría vendría con sacar al viejo dictador del poder o la instauración de un régimen democrático capaz de recuperar el respeto por nuestra institucionalidad, donde, como muchos creyeron, se alcanzarían la verdad y justicia que se habían anhelado. Es por eso, que hoy en día, todavía se escucha decir, frente a los momentos que vive el país, a gente que comenta muy particularmente ¿y esta es la alegría que viene? o ahí tienen la alegría, frases llenas de sarcasmo, desencanto o regocijo ante los fracasos de los gobiernos concertacionistas.

Como dice la canción, vivimos la vida de chica importante, porque a los pocos años tuvimos amantes. Amantes del reconocimiento internacional, sin importar que aún estuviésemos como las pelotas. Amantes de nuestro crecimiento económico, luciéndolo con orgullo frente a los demás países del continente, como un logro de las maravillas de un régimen democrático transparente, que alcanzaba seguridad en sí mismo. Amantes de la solidaridad internacional respecto al tema de los derechos humanos, mientras dentro de nuestras fronteras, no se compartía esta solidaridad, expresada en la inoperancia de la justicia y la nula cooperación de los involucrados, haciendo más profundo el dolor de los sobrevivientes y familiares de detenidos desaparecidos. Amantes del exitismo que nos tiene sumidos en una podredumbre moral y en una paranoia esquizofrénica nacional… En fin, amantes de una imagen tan frágil como el témpano de hielo llevado a Sevilla el año 1992, símbolo del Chile de los ’90, amigo de los elogios y el triunfalismo superficial que escondía nuestras debilidades. Con esto, el arcoiris ya queda bastante descolorido.

Después de un comienzo armónico, “tendido en la hierba como una que sueña”, vimos como las fisuras y diferencias del arcoiris se hicieron notorias. Peleas, desacuerdos, acusaciones políticas, atornillamientos al revés y luchas por la supremacía dentro del conglomerado, fueron marcando un camino lleno de incertidumbre. Quizás los años en que el poder ha estado en sus manos estén haciendo su efecto ¿Desgaste? Puede ser también que cada partido, al tratar de buscar su camino propio, haya preferido permanecer y sostener a esta coalición y que las metas no cumplidas se convirtieron en puntos de conflicto. Está de más decir que el arcoiris estuvo desconcertado, que discursos bien elaborados no iban a solucionar la crisis. El andamiaje se resistía cada vez más y las piezas parecían desarmarse.Lo peor fueron las acusaciones de corrupción, hechas por quienes en su momento ocultaron acciones corruptas (si no lo entienden, me refiero a la derecha chilena), fueron el golpe más bajo a la credibilidad del arcoiris desconcertado. Ante el ciudadano común, la aparición de ex personeros de Gobierno denunciando sobresueldos, casos de coimas llevados a la justicia, con desafueros incluidos, intereses creados para votar en contar de proyectos de ley que buscaban el desarrollo del país (como la ley de Pesca…), críticas al financiamiento de la Reforma a la Salud y la utilización de fondos del Estado en “fiestecitas” de los ministerios, mostraron la irresponsabilidad de los políticos que forman parte de la alianza gobernante. Y fue el mismo ciudadano común quien le entregó su voto de castigo y escuchó gustoso como la Alianza por Chile vociferó, con pelos y señales, las equivocaciones del Arcoiris, convirtiéndose en regalos, dentro de su aspiración de ser gobierno. Quedaba la sensación, para un análisis más profundo, que el tiempo de la Concertación estaba llegando a su fin, o quedaría tan debilitada que no alcanzaría un cuarto período, sin un líder que lograra cohesionar a los sectores que la conforman. Casi se pagó el costo de un accionar partidista que se expresó en acusaciones y equivocaciones. Pero, el Arcoiris aprovechó el tiempo para replantearse en sus fundamentos, en enmendar el camino errático que estaba recorriendo y consiguió un cuarto período y nada menos que con la primera mujer presidenta de nuestro país. Sin embargo, las cosas no comenzaron del todo bien... la rebelión de los pingüinos, el Transantiago y las recientes subvenciones fraudulentas del Ministerio de Educación parecieron ser el último puñado de tierra sobre la sepultura de una alianza que nació para recuperar la democracia y que, en la actualidad, se ha aprovechado de ella al máximo. Aunque hay que reconocer que las medidas para paliar los efectos de la crisis económica actual han sido acertadas e hicieron subir la aprobación de doña Michelle y de su Ministro de Hacienda. Sin embargo, en estas elecciones que ya se acercan, el futuro de la Concertación es incierto. Mientras esperamos a ver qué sucede, quedémonos con aquel 5 de octubre de 1988, que nos hace referencia a la canción de Nicola di Bari, recordando lo que significó para gran parte del país el comienzo de la aventura concertacionista: “Eran los días, de un lindo arcoiris, se iba el invierno, volvía el sereno…”.