viernes, 25 de septiembre de 2009

Sobre el Debate Presidencial


La noche del miércoles 23 de septiembre, el país fue testigo de una gran farsa anunciada con bombos y platillos. Sí, porque los habitantes de esta fértil y señalada provincia llamada Chile contemplamos, absortos durante una hora y media, lo que TVN preparó en esta ocasión... Un show que aprovechó el piso que le dejó ¿Donde Está Elisa?, dejando en claro cuáles son los intereses del autodenominado canal de todos los chilenos. Era la gran oportunidad, el momento preciso, el mejor escenario para escuchar lo que tenían que ofrecer nuestras lumbreras presidenciales, pero, como siempre pasa en Chile, esta gran ocasión fue desaprovechada, cayendo en lo políticamente correcto, sin incentivar la participación voluntaria ni mucho menos la intervención del elector, quien, a fin de cuentas es quién da su voto para que alguno de estos cuatro amantes del poder llegue a ocupar el sillón de La Moneda.
Trataron de hacernos creer que ese circo televisivo fue un debate... Perdón, pero dio la impresión de estar en una exposición de cuatro compañeros de curso, donde el jovial Guillier, tan serio en esta ocasión, más que moderador, parecía profesor indicándoles el tiempo y las preguntas que cada uno debía responder, haciendo callar, a la vez, a los desordenados del curso. ¿Dónde estuvo el intercambio de ideas? No se vio por ningún lado. Tampoco vimos confrontación de proyectos, ni discusión, ni nada de eso. Por el contrario, presenciamos cómo nuestros ilustres candidatos, aplicaditos y ordenaditos, aprovecharon la ocasión para presentarnos sus ideas, llenas de amor a la patria y esfuerzos mediáticos para lograr cada uno de ellos la mayor sintonía con los electores.

Por un lado, Jorge Arrate, viejo zorro del socialismo duro, ese de la figura casi mítica de Salvador Allende, con resabios de la revolución de la empanada y el vino tinto, usó todo su oficio y experiencia política para salir bien parado del bodrio que aspiraba a ser debate. Marco Enríquez-Ominami, como siempre, cayendo en ese rupturismo teatral hecho para el marketing, aprendido de años de dirigir La Vida es Una Lotería... Marquito, aprende a modular, o si no, pide que el priapismo que sufres lo tengas en la lengua para poder entender cuando hablas. Eduardo Frei, sin importarle que el votante lo encuentre fome, se colgó de los logros de la actual administración de La Jefa. Y Sebastián Piñera, el gran damnificado de este programa, fue incapaz de salirse de su discurso populista, típico de político derechista que busca el apoyo popular. Claro que el golpe bajo que le dio Frei lo sacó de sus casillas, sacando el habla como nunca en todo el show. En resumen... más de la misma política, sin signos claros de renovar o mejorar el panorama en el cual los electores debemos elegir. Lamentablemente para nosotros, los aspirantes a la primera magistratura nacional no se vieron expuestos al escrutinio en vivo y en directo del electorado, sino que las preguntas preparadas de antemano y elegidas por los presidenciables fueron la manifestación más patética del temor que en el fondo, sienten por el desprecio de la gente hacia la élite política. En otras palabras, el temor a la democracia que tanto dicen representar. ¿Por qué no llevaron a personas que no fueran invitadas por los comandos? Y eso de llenar de adherentes los asientos... por favor, si queremos un verdadero debate, donde los candidatos sean medidos a pulso y sin respuestas ya estudiadas, dejen de hacer el ridículo de transmitir este magno acontecimiento desde un estudio de televisión, donde todo está controlado por el director y las autoridades del canal de turno. Vayan a un lugar donde el acceso del elector sea directo, con el legítimo deber de cuestionar, rechazar o aceptar cada propuesta o idea expuesta por los personajes que buscan ocupar el puesto para dirigir los destinos del país durante los próximos cuatro años. Sin embargo, mientras este tipo de mentira democrática que vimos el día miércoles 23 de septiembre continúe, entonces nos quedará más claro aún que el sistema político chileno está en una crisis profunda, de la cual no se ve salida.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Bienvenidos, Cibernautas Todos.

He pasado un buen rato frente al PC sin saber qué escribir... hacer funcionar el cerebro para no recurrir a las típicas frases rebuscadas, puede ser una tarea algo difícil, porque además de inútiles, quitan tiempo y espacio en cualquier introducción que se redacte. Además, escribirlas, sería recurrir a los típicos trucos literarios que llegan a convertirse en frases de mal gusto que terminarán por aburrirles y hacer desagradable esta presentación. Aclarado este punto, les contaré de qué se trata todo ésto.Les presento, sin mucha fanfarria ni redoble de tambores, este blog, que he nombrado El Jeneral Pililo. Ustedes se preguntarán el por qué de tal nombre y escrito con j y no con g, que sería lo correcto. Pues bien, lo nombré así para recordar a una de las revístas satíricas más importantes de fines del siglo XIX en Chile, obra de uno de los más mordaces periodistas de nuestra Historia: Juan Rafael Allende, ferviente defensor del roto chileno - al que se llamaba en ese entonces pililo, o más bien, el jeneral Pililo - y creador también de El Padre Padilla y Poncio Pilatos, buscando a través de la sátira y el humor, denunciar los excesos políticos, la corrupción y la desidia de la élite gobernante... Curiosamente, también en los albores del Bicentenario, presenciamos situaciones parecidas a lo que vivieron los chilenos antes del primer Centenario. Por eso, he decidio unirme al patriótico esfuerzo de comentar con ustedes los sucesos de nuestro Chile. Si a ustedes, queridos cibernautas, les gustan estas opiniones, aunque no estén en acuerdo con ellas, eso significa que en lo principal sí lo estamos: recuperar la capacidad de pensar en una sociedad de masas donde unos pocos dirigen y el resto es idiotizado. Si no les gustan... bueno, ahí tienen la posibilidad de comentar, enviar mails o simplemente, no escribir nada... ya alguien dijo por ahí... en cosa de gustos, no hay nada escrito. Bueno, sin más preámbulos, sean bienvenidos a El Jeneral Pililo.